20 de octubre de 2020
La Corte Suprema de los Estados Unidos es el tribunal de mayor rango en el país, pues es la cabeza del poder judicial federal. Esta se compone de nueve jueces; un juez que funge como el presidente de la Corte, y ocho jueces asociados. Los jueces de la Corte Suprema son nominados por el presidente de los Estados Unidos, y confirmados por el Senado. Cada cargo es vitalicio, por lo que solo surgirá una vacante debido al fallecimiento, renuncia, retiramiento, o destitución de un juez o jueza. Tras el fallecimiento de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, segunda mujer en ser nombrada a la Corte Suprema y un ícono feminista para muchos, ha comenzado el proceso para nombrar un nuevo juez a la Corte. El presidente Donald Trump nominó a la jueza de apelaciones Amy Coney Barrett, cristiana devota y mujer muy conservadora, el 26 de septiembre de 2020, tan solo semanas antes de las elecciones presidenciales. Esto ha causado mucha controversia en los Estados Unidos, pues es evidente que el intento de los republicanos para llenar la vacante en el Tribunal Supremo ha sido uno apresurado. El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, criticó la nominación de Barrett por parte de Trump, estipulando que es un “abuso de poder”. No solo eso, muchos consideramos la acción del presidente como una falta de respeto hacia Bader Ginsburg ya que, antes de morir, esta expresó su deseo de que su espacio fuese llenado una vez se inaugurara el nuevo presidente en el 2021. Pero, ¿por qué esto puede ser visto como un abuso de poder? Bueno, pues resulta que, si Barrett es confirmada a la Corte, se producirá un desequilibrio en el Supremo; habrá seis jueces conservadores, y tan solo tres jueces liberales. Por lo tanto, si el Senado le da el puesto a ella, esto tendría innumerables consecuencias para el pueblo estadounidense por posiblemente las próximas décadas. El Tribunal Supremo de Estados Unidos tiene el poder de declarar una legislación o ley Ejecutiva como inconstitucional. Entre las preocupaciones de los demócratas ante el posible nombramiento de Barrett a la Corte está el hecho de que esta, considerando sus creencias religiosas y pasadas expresiones sobre el asunto, probablemente votaría a favor de revocar Roe v. Wade, el fallo de 1973 que reconoció el derecho al aborto. Además, la constitucionalidad de la ley Obamacare (“Affordable Care Act”) se comenzará a discutir una semana después de las elecciones, y podemos inferir que Coney Barrett respaldaría la iniciativa republicana de derogarla. Las audiencias a Barrett para su confirmación a la Corte transcurrieron durante la semana pasada y, a mi parecer, esta evitó contestar cualquier pregunta que pudiera perjudicarla y/o definir sus posturas respecto a asuntos controversiales. Los republicanos poseen una ventaja mayoritaria en el Senado, por lo que todo apunta a que Barrett será escogida para llenar la vacante en la Corte. La votación del Comité Judicial del Senado, el cual también tiene una mayoría republicana, se llevará a cabo el jueves 22 de octubre, para luego ir a la votación sobre la confirmación final de Barrett por parte del Senado. Si ella es confirmada como jueza suprema, la única esperanza que le quedaría a los demócratas para asegurar que sus derechos no sean alterados por los conservadores, sería que gane Joe Biden y una mayoría demócrata en el Senado. Algunos ven todo este asunto como una manera de favorecer a los republicanos, pero, desde mi punto de vista, esto simplemente resalta ahora más que nunca la importancia del voto de los demócratas en estas próximas elecciones.
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Adriana I. Santa PorrataPuerto Rican 3rd year Journalism student. Archives
October 2021
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